Echando toda nuestra ansiedad sobre Dios
Echando toda nuestra ansiedad sobre Dios
Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. 1 PEDRO 5:6–7
Estos versos se centran en la conexión entre la humildad y la confianza en Dios como respuesta a la ansiedad. El pasaje nos invita a humillarnos ante Dios, aceptando que no tenemos control total de nuestras vidas, para luego entregarle nuestras ansiedades y preocupaciones. La promesa es que Dios se encargará de nosotros porque Él cuida de nosotros.
Humíllense ante Dios (v. 6):
El primer paso para lidiar con la ansiedad es la humildad, es decir, reconocer que no lo sabemos todo y no podemos controlarlo todo. Someternos a Dios es un acto de fe, confiando en que Él tiene un propósito para nuestras vidas.
A su debido tiempo, él los levantará (v. 6):
La humildad nos libera de la carga del orgullo. A su tiempo, Dios nos exaltará, no importa cuán difícil sea la situación actual.
Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en él (v. 7):
Este es el acto práctico de la fe. Es una invitación a entregar nuestras cargas a Dios en lugar de intentar llevarlas solos. La ansiedad surge de la falta de control, pero al entregarla, reconocemos que Dios tiene el control y está actuando en nuestras vidas.
Porque él tiene cuidado de vosotros (v. 7):
Esta es la razón fundamental para depositar nuestras ansiedades. Dios no solo es capaz de manejar nuestras cargas, sino que también está activamente interesado en nuestro bienestar.
La mano de Dios:
Esta es una imagen del Antiguo Testamento que representa la presencia y el poder de Dios actuando en nuestras vidas para cumplir su propósito. Nos recuerda que Dios está involucrado en cada circunstancia y prueba.
Cada uno de nosotros tiene ciertos asuntos espirituales que deben ser arreglados de una vez y para siempre. Necesitamos echar sobre el Señor el asunto que sea que nos esté impidiendo andar en la plenitud de gozo, paz y reposo que el Señor tiene planeados para nosotros.
Pedro dice que echemos todas nuestras ansiedades sobre Dios. La palabra griega traducida como ansiedades en 1 Pedro 5:7 significa: “tirar en diferentes direcciones; distraer”. ¿Por qué es que el diablo nos da una ansiedad? Todo su propósito es distraernos de nuestra comunión con Dios. Cuando el enemigo trata de echarnos problemas, tenemos el privilegio de tomar esos problemas y echarlos sobre Dios. Si usted los echa, Dios los captura y se los lleva. Dios sabe cómo limpiar las ansiedades que Satanás coloca sobre usted.
Dios le ha provisto dos maravillosas armas que puede usar para vencer el plan del diablo. Primero, humíllese, entregándose totalmente a Dios. Entonces cuando el diablo trate de cargarlo con preocupación o con otra carga pesada, usted la echa sobre Dios; quien estará feliz de llevársela porque Él cuida de usted.
Al estar pensando en la preocupación, también he llegado a la conclusión de que es un acto de soberbia de nuestra parte. Los que se preocupan piensan que pueden resolver sus propios problemas. ¿No es eso orgullo? ¿No estamos diciendo: “Puedo resolverlo solo”? Los que son orgullosos o están llenos de sí mismos todavía piensan que son fuertes y que pueden derrotar sus problemas por sí mismos.
Los verdaderamente humildes son los que conocen sus debilidades, pero en sus debilidades, saben que su fuerza está en Jesucristo.
Pablo entendió eso y les escribió a los Corintios: “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo” (2 Corintios 12:9).
Le fallamos a Dios cuando insistimos en acercar el hombro a nuestras cargas en lugar de dárselas al Señor. Solamente Dios puede liberarnos, y quiere que sepamos eso. En cada situación, quiere que primero nos humillemos a nosotros mismos y que luego echemos de nosotros las ansiedades y preocupaciones que el diablo trata de poner en nosotros. Es posible que sea—de hecho es—una orden. Quiero alentarlo a colocarse por completo en las manos de Dios y permitirle ser el Administrador de su vida.
Oremos
Querido Señor Jesús, gracias. Incluso antes de que vengan los problemas, me has dicho cómo derrotar al enemigo de mi mente. También me has dado tu ejemplo para derrotarlo. En tu nombre, Señor Jesús, enséñame a humillarme y echar todas mis ansiedades y preocupaciones sobre ti. Amén.
Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. 1 PEDRO 5:6–7
Estos versos se centran en la conexión entre la humildad y la confianza en Dios como respuesta a la ansiedad. El pasaje nos invita a humillarnos ante Dios, aceptando que no tenemos control total de nuestras vidas, para luego entregarle nuestras ansiedades y preocupaciones. La promesa es que Dios se encargará de nosotros porque Él cuida de nosotros.
Humíllense ante Dios (v. 6):
El primer paso para lidiar con la ansiedad es la humildad, es decir, reconocer que no lo sabemos todo y no podemos controlarlo todo. Someternos a Dios es un acto de fe, confiando en que Él tiene un propósito para nuestras vidas.
A su debido tiempo, él los levantará (v. 6):
La humildad nos libera de la carga del orgullo. A su tiempo, Dios nos exaltará, no importa cuán difícil sea la situación actual.
Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en él (v. 7):
Este es el acto práctico de la fe. Es una invitación a entregar nuestras cargas a Dios en lugar de intentar llevarlas solos. La ansiedad surge de la falta de control, pero al entregarla, reconocemos que Dios tiene el control y está actuando en nuestras vidas.
Porque él tiene cuidado de vosotros (v. 7):
Esta es la razón fundamental para depositar nuestras ansiedades. Dios no solo es capaz de manejar nuestras cargas, sino que también está activamente interesado en nuestro bienestar.
La mano de Dios:
Esta es una imagen del Antiguo Testamento que representa la presencia y el poder de Dios actuando en nuestras vidas para cumplir su propósito. Nos recuerda que Dios está involucrado en cada circunstancia y prueba.
Cada uno de nosotros tiene ciertos asuntos espirituales que deben ser arreglados de una vez y para siempre. Necesitamos echar sobre el Señor el asunto que sea que nos esté impidiendo andar en la plenitud de gozo, paz y reposo que el Señor tiene planeados para nosotros.
Pedro dice que echemos todas nuestras ansiedades sobre Dios. La palabra griega traducida como ansiedades en 1 Pedro 5:7 significa: “tirar en diferentes direcciones; distraer”. ¿Por qué es que el diablo nos da una ansiedad? Todo su propósito es distraernos de nuestra comunión con Dios. Cuando el enemigo trata de echarnos problemas, tenemos el privilegio de tomar esos problemas y echarlos sobre Dios. Si usted los echa, Dios los captura y se los lleva. Dios sabe cómo limpiar las ansiedades que Satanás coloca sobre usted.
Dios le ha provisto dos maravillosas armas que puede usar para vencer el plan del diablo. Primero, humíllese, entregándose totalmente a Dios. Entonces cuando el diablo trate de cargarlo con preocupación o con otra carga pesada, usted la echa sobre Dios; quien estará feliz de llevársela porque Él cuida de usted.
Al estar pensando en la preocupación, también he llegado a la conclusión de que es un acto de soberbia de nuestra parte. Los que se preocupan piensan que pueden resolver sus propios problemas. ¿No es eso orgullo? ¿No estamos diciendo: “Puedo resolverlo solo”? Los que son orgullosos o están llenos de sí mismos todavía piensan que son fuertes y que pueden derrotar sus problemas por sí mismos.
Los verdaderamente humildes son los que conocen sus debilidades, pero en sus debilidades, saben que su fuerza está en Jesucristo.
Pablo entendió eso y les escribió a los Corintios: “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo” (2 Corintios 12:9).
Le fallamos a Dios cuando insistimos en acercar el hombro a nuestras cargas en lugar de dárselas al Señor. Solamente Dios puede liberarnos, y quiere que sepamos eso. En cada situación, quiere que primero nos humillemos a nosotros mismos y que luego echemos de nosotros las ansiedades y preocupaciones que el diablo trata de poner en nosotros. Es posible que sea—de hecho es—una orden. Quiero alentarlo a colocarse por completo en las manos de Dios y permitirle ser el Administrador de su vida.
Oremos
Querido Señor Jesús, gracias. Incluso antes de que vengan los problemas, me has dicho cómo derrotar al enemigo de mi mente. También me has dado tu ejemplo para derrotarlo. En tu nombre, Señor Jesús, enséñame a humillarme y echar todas mis ansiedades y preocupaciones sobre ti. Amén.

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