Amarnos unos a otros
Amarnos unos a otros
El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo. Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos. 1 JUAN 2:9–11
“Aborrecer”
es una palabra extremadamente fuerte y dura. Cualquier discusión entre los creyentes con respecto a aborrecer a otros cristianos los llevaría a la mayoría de ellos a decir: “No creo haber aborrecido a nadie”. No obstante, si pensamos en estas palabras de Juan, probablemente no quiera decir aborrecer como nos lo imaginamos: un sentimiento de gran hostilidad o animosidad hacia alguien. Probablemente nuestra forma de aborrecer sea más como “indiferencia”. Realmente no nos desagrada la gente, pero no nos interesa lo suficiente como para ayudarla cuando tiene problemas o angustias.
“La mayor parte del amor que se ve en el mundo se basa en la conveniencia”, me dijo alguien recientemente. Continuó diciendo que las personas normalmente extienden una mano de ayuda a los demás siempre y cuando sea cómodo o no exija mucho tiempo o esfuerzo.
Esto abre la puerta a la oportunidad para que Satanás separe de los que más necesitan amor. Jesús nos mandó que nos amábamos el uno al otro.
En Juan 13:34–35, dijo que la gente nos reconocería como sus discípulos por nuestras expresiones de amor entre nosotros. tenemos que como Cristianos marcar la diferencia y estar simpre dispuestos a como poder ayudar a nuestro prójimo.
“Amar”
Es un verbo activo. Si usted ama a los demás, usted hace cosas por ellos. Aborrecer (en el sentido bíblico) es no hacer nada o apartarse. Para empeorar las cosas, usted critica y juzga a los demás y piensa: Si realmente amaran a Dios no estarían en tal predicamento.
Usted necesita ver que si practica “andar en amor” conforme a Dios, no solamente crecerá usted mismo, sino que facultará a otros para que crezcan también. El diablo no puede hacerle mucho daño si usted camina en una relación de amor con los demás.
Todos comentemos errores. Todos tenemos debilidades. Dios no nos llamó a señalar esas debilidades a la persona (o peor, a alguien más), sino nos llamó a interesarnos; a mostrar el amor de Cristo en cualquier manera que pudiéramos. La Biblia nos dice que seamos misericordiosos, comprensivos y perdonadores. Así es como podemos ganar sobre los ataques satánicos.
Pablo lo dijo de esta manera: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:30–32).
Dios usó estos versículos para ayudarme a ver que ser discípulo de Jesús significa ser amable con los demás, misericordioso y perdonador. También me di cuenta de que significaba dejar a un lado sus debilidades y sus fallas. Si verdaderamente amamos a los demás como Cristo nos ama, no es para nada difícil.
Oremos
Señor Jesús, quiero amar a los demás, y quiero ser amable e interesarme en ellos. También sé que fallo a veces. En tu nombre, te pido que me perdones y que me facultes para perdonar a los que me hayan ofendido o que no vivan conforme a mis estándares. Amén.
El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo. Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos. 1 JUAN 2:9–11
“Aborrecer”
es una palabra extremadamente fuerte y dura. Cualquier discusión entre los creyentes con respecto a aborrecer a otros cristianos los llevaría a la mayoría de ellos a decir: “No creo haber aborrecido a nadie”. No obstante, si pensamos en estas palabras de Juan, probablemente no quiera decir aborrecer como nos lo imaginamos: un sentimiento de gran hostilidad o animosidad hacia alguien. Probablemente nuestra forma de aborrecer sea más como “indiferencia”. Realmente no nos desagrada la gente, pero no nos interesa lo suficiente como para ayudarla cuando tiene problemas o angustias.
“La mayor parte del amor que se ve en el mundo se basa en la conveniencia”, me dijo alguien recientemente. Continuó diciendo que las personas normalmente extienden una mano de ayuda a los demás siempre y cuando sea cómodo o no exija mucho tiempo o esfuerzo.
Esto abre la puerta a la oportunidad para que Satanás separe de los que más necesitan amor. Jesús nos mandó que nos amábamos el uno al otro.
En Juan 13:34–35, dijo que la gente nos reconocería como sus discípulos por nuestras expresiones de amor entre nosotros. tenemos que como Cristianos marcar la diferencia y estar simpre dispuestos a como poder ayudar a nuestro prójimo.
“Amar”
Es un verbo activo. Si usted ama a los demás, usted hace cosas por ellos. Aborrecer (en el sentido bíblico) es no hacer nada o apartarse. Para empeorar las cosas, usted critica y juzga a los demás y piensa: Si realmente amaran a Dios no estarían en tal predicamento.
Usted necesita ver que si practica “andar en amor” conforme a Dios, no solamente crecerá usted mismo, sino que facultará a otros para que crezcan también. El diablo no puede hacerle mucho daño si usted camina en una relación de amor con los demás.
Todos comentemos errores. Todos tenemos debilidades. Dios no nos llamó a señalar esas debilidades a la persona (o peor, a alguien más), sino nos llamó a interesarnos; a mostrar el amor de Cristo en cualquier manera que pudiéramos. La Biblia nos dice que seamos misericordiosos, comprensivos y perdonadores. Así es como podemos ganar sobre los ataques satánicos.
Pablo lo dijo de esta manera: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:30–32).
Dios usó estos versículos para ayudarme a ver que ser discípulo de Jesús significa ser amable con los demás, misericordioso y perdonador. También me di cuenta de que significaba dejar a un lado sus debilidades y sus fallas. Si verdaderamente amamos a los demás como Cristo nos ama, no es para nada difícil.
Oremos
Señor Jesús, quiero amar a los demás, y quiero ser amable e interesarme en ellos. También sé que fallo a veces. En tu nombre, te pido que me perdones y que me facultes para perdonar a los que me hayan ofendido o que no vivan conforme a mis estándares. Amén.

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